Archivo de la categoría: Cajón de sastre

Aviso para navegantes

Todo marino sabe que hay navegaciones tranquilas y mares procelosos, y en la poesía pasa igual. Por mi parte, me identifico con aquella que sin ambages nos conecta con nuestra soledad, contradicciones, dudas, miedos, con ese dolor profundo −a menudo irreparable− que nos acecha. Mis versos miran en derredor y se vuelven críticos, incluso cáusticos; indagan entre la insatisfacción permanente y el deseo, en la irreconciliable pugna entre lo racional y lo irracional, entroncan con el yo más primitivo e irreverente, ese que se resiste a los cauces civilizados, necesarios y convenientes de nuestra sociedad.
Construyo mi discurso con metáforas y alegorías muy diversas, donde la geografía, los elementos atmosféricos, los animales encarnan esa oscuridad intrínseca del yo poético. Sus personajes son seres que transitan por la sociedad con su carga de desazón y tristeza. Se sobreponen solo cuando son capaces y a través de su voz recreo una parte de mí, porque su mensaje es universal.
Bajo estas premisas, considero que mi poesía es ciertamente nihilista porque pone el foco, el énfasis, en esos sentimientos hondos, negros, duros, desesperanzados, que constituyen el núcleo duro de mis percepciones personales, de mi raciocinio. Pero también es cierto que la expresión poética propicia y desencadena, con fuerza arrolladora, conclusiones que incluso a mí me superan.
No obstante, el autor no es su obra, sino su destilación y la poesía es ficción literaria con alma. Por tanto, no cabe, como estrategia de interpretación crítica, la arqueología biográfica. Fuera de la poesía, mi visión sobre la existencia no es lastimosa ni mucho menos. Soy razonablemente optimista y sociable. No pesan sobre mí ninguna tragedia ni vileza que hayan marcado mi itinerario vital, aunque mi faceta poética colisione con cualquier optimismo a la carta. En la vida, como en la literatura, nunca hay que tomar la parte por el todo, pues supondría incurrir en una metonimia reduccionista que falsearía nuestro verdadero ser.
Mi propósito en poesía es que se establezca una conexión inexpugnable entre pensamiento, emoción y sentimiento, y para ello es preciso diseccionar la realidad, contemplarla desde diferentes perspectivas, ya que nuestras percepciones son falibles y nuestra inteligencia a menudo pretenciosa. Esa simbiosis es la base de mi planteamiento dual de la existencia. Al hacerlo, en ese nudo denso, en permanente tensión entre realidad y deseo, fealdad y belleza, nacen mis poemas.
Y, ¿por qué no? Las palabras, los poemas, a veces también pueden llegar a ser hostiles, escocernos, hurgar en las heridas.
Vivir, para mí, es así y escribir solo es su consecuencia lógica.
Ahora debes ser tú, navegante, quien decida si desea surcar este mar, si no va a sucumbir bajo su oleaje.

‘Solo humo’, el cuento a deshoras de Juan José Millás

Solo humo deviene entre las manos del lector una fábula con final feliz, donde los cuentos de los hermanos Grimm adquieren una entidad referencial. Tanto es así que los límites entre ficción y realidad se difuminan para “salvar” a Carlos, su joven protagonista. Ante la muerte del padre, Carlos asumirá la obligación de leer por “responsabilidad”. Millás reivindica en esta novela el poder iluminador y necesario de los libros.
Parafraseando cuentos tan presentes en el imaginario colectivo como La Cenicienta o Hansel y Gretel, el autor traza un largo circunloquio a través de sus diferentes arquetipos y significaciones. Con ello, Solo humo se convierte en un homenaje a la literatura y a la ficción en general.
La obviedad del recurso metaliterario, la estructura esquemática, el hilo argumental excesivamente endeble y unos personajes apenas esbozados, dotan a la historia de un carácter más próximo al cuento de hadas que a la novela. Así es como Millás, merced a su prosa fluida y cautivadora, se convierte en un nuevo flautista de Hamelín.

Juan José Millás: Solo humo, Editorial Alfaguara. Barcelona, 2023. 180 págs. 18,95€

Yolanda, eternamente Pablo Milanés

Pablo Milanés

Hoy, 22 de noviembre, se nos va el artista cubano Pablo Milanés, con su voz, su guitarra y su poesía, a lugares ignotos, donde la belleza no tiene fecha de caducidad ni parámetros obsolescentes. Seguro que descansará en paz.
Algún día me gustaría que nos reencontráramos, maestro, que este mundo, esta “vida loca” como diría tu compatriota Francisco Céspedes, a veces me viene grande. Mientras tanto, permíteme este poema, humilde pero sincero.

A Pablo Milanés

No sé cuándo fue
pero escuchaba a Pablo Milanés.
Anochecía en la cocina
mientras ungía guisos
bajo el palio de la campana extractora.
La encimera me prestaba su calor.

Ya no recuerdo
colores, aromas,
el sabor de posibles humedales.
En cambio, sé
que el tiempo
hervía en ollas a fuego lento.

Pablo Milanés cantaba
a Yolanda, aquella mujer, 
y era el momento
quien mecía
mi mano adulterada
por una cuchara de madera.

Sí, recuerdo que Pablo
amaba a Yolanda
y que ella le colmaba.
Aún guardo su tacto
grave, cálido
entre mis dedos.

Hoy mi mano
desea regresar con Pablo
a la epifanía de su voz.

“A Pablo milanés”, poema extraído de “mi corazón mordido por tus labios”, de Dolors fernández guerrero