Era el imprescindible, el dueño del espejismo. Mientras las anillas de humo avanzaran perezosas y ascendieran hasta el techo, todo iría bien. Solo que aquel día, su voz ronca, de fumador empedernido, habló después de exhalar su última voluta. Ella dudó al ver cómo aplastaba el cigarrillo contra el cenicero. Cegada por el espejismo, se negó a creer y un tirabuzón gris, turbio, se marchitó en algún lugar, resuelto en humo de tabaco.
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Insubordinación
Advertí que el gato había dejado de maullar. Salí al recibidor. Me extrañó no verlo con la cola en alto, como siempre. Me giré de nuevo sin darle importancia y continué con mis abluciones matutinas. Iba tarde, pues en tres minutos –máximo- estaría el café. En la cocina, antes de sorber, mi taza favorita me señaló una nota bajo el azucarero: “Hace tiempo que no escuchas. Te has vuelto sordo.” Firmado: “Tu exgato.” Acto seguido, la taza descabalgó de mis dedos, la cafetera lanzó un bostezo torrefacto y ambas desaparecieron juntas, caminando despacio. Desde entonces he desterrado el desayuno.
Ejecución
¿Y cómo es que nunca cambiaron el bombín? Soy cerrajero y en las noticias de hoy dicen que una pareja de ancianos se ha suicidado. Uno de mis trabajos es cambiar las cerraduras tras los desahucios. Pero yo tengo una lista y en ella están incluidos mis clientes, los que alguna vez han solicitado mis servicios. Cuando hay un embargo, a estos los pongo al final. Así aplazo la humillación. Tal vez les hago un flaco favor pero es lo único que se me ocurre para ayudar. Sin embargo, esos abuelos no estaban en mi lista. De lo contrario, no se les habría ejecutado en su propio hogar.
Tatuaje
En el brazo derecho: “Amor de madre.” En el omóplato izquierdo: “Libertad o muerte.” En la pantorrilla derecha: un águila con las alas extendidas. En la muñeca izquierda: “Claudia”; en la derecha: “Max”. En la espalda: una carabela gigante. En el pecho: una bandera al viento. En el cuello: orquídeas entrelazadas. En el vientre: una calavera.
-Me he convertido al Taoísmo Trascendente de los Circuncidados en Nombre del Cristo Apócrifo.
-¡Ah! –exclamó el especialista .
-Y prohíben la mácula en la piel. Con un tatuaje integral, color negro, mi piel será uniforme, inmaculada –adujo el hombre con grave satisfacción.
África
Fue un batir de alas relampagueante, como el amanecer en el desierto, un desfallecer entre dunas. Sus gritos acunaban el temblor de su cuerpo, de sus piernas abiertas. Se nubló su visión mientras calientes ríos descendían de su sexo mutilado. Su madre y las otras mujeres del poblado habían cumplido su misión. La habían purificado. Atrás quedó la inocencia de la niñez. La niña oscura de África empieza muy pronto a pagar su tributo de mujer.