Archivo de la categoría: Poesía existencial

Redoble de tambores

Hay una garra que chirría en los cristales,
un cansancio de ojera que desando con mis pasos,
un enano hábil con los malabares
que avanza entre cabriolas
depositando mil cáscaras de huevo
a mis pies.

Es tan frágil ser,
solo piel con huesos, tendones sin su arco,
sangre decolorada en la maraña,
infernal cabellera de Medusa,
fanática y absurda,
salvaje en su sentencia,
en su mirada de dragón.

Se rasga la noche,
la vida es una insolencia
que hurga en el adobe del silencio.
En él se maceran
golondrinas circunflejas
que desean redimirse ante la vida,
sin percatarse, sin saber
apenas
que son solo tijeras negras,
                                                 recortes del ayer,
                                                                                imposibilidad del mañana.
El hoy es un redoble de tambores.
El corazón no descansa.

Dolors Fernández Guerrero

Retruécano

El retruécano de la noche es mudo
y galopan las horas
en los abrevaderos de la insumisión.
La frente alta y la boca cerrada.
La sed adormece el silencio
para que el caballo al paso
no sucumba.

Abrevar las bestias,
enajenar su dicha,
el bocado prieto, ahora suelto
sobre el frescor del cristal.

Sin respiración, el jinete ve su imagen
adormecida en el agua.
Quisiera, exhausto por la jornada,
beberse la noche a pedazos,
pero cae una rama
y el temblor de las ondas dibuja
el mudo retruécano de la noche.

Dolors Fernández Guerrero

‘Veintiún gramos’ en “Els dijous del Mercantic”

En el “Recital Poético” de Els Dijous del Mercantic, celebrado el 28 de julio de 2022 en la librería El Siglo del Mercantic de Sant Cugat, tuve ocasión de compartir algunos de mis poemas junto a Enric Casasses y Rubén Valenciano. Una de las composiciones que recité fue Veintiún gramos. En valores absolutos, lo que el título expresa es tan poco, una medida de peso casi insignificante pero, al mismo tiempo, la cantidad precisa, la única significativa para la existencia… Dicho de otra manera: el modo de calibrar la vida.

Elogio de la paz

Se oye el bramido del mar
en este compás de espera.
Sí, banderolas blancas,
sí, banderolas negras.

Irredento se aproxima
con miles de lenguas de fuego.
No, espumarajos blancos,
no, alquitranes negros.

Ladera de agua salada,
la misma sin ser igual,
basta de blanco o de negro
con rumor de pedernal.

Salten cabriolas de agua,
potrillos de hielo insomnes,
que un oráculo de olas
sea la voz que se inmole.

Sí, banderolas blancas,
sí, banderolas negras;
No, espumarajos blancos,
no, alquitranes negros.

Dolors Fernández

Tiempo de sueños

Soñar
para aterrizar en los parajes
donde cantan las ballenas,
donde la soledad es
el huésped de todas las fiestas.

Cumplir la profecía
para que se acerquen
Aquellos que nunca estuvieron,
para reconocer el espanto
en todas las caras:
en las desparecidas,
en las que se adivinan,
en las que todavía no están.

Desorientarse
para que Aquellos que creíamos
que nunca vendrían
por fin lleguen
y su alegría
nos aproxime al infinito,
a la cota inalcanzable
del significado,
a la precaria idea
promiscua.

Rendir homenaje
para que la desproporción
de nuestras vidas
sea cifrada
entre los que vinieron
y los que se van.

Incluir en la balanza
sueños
tiene la precisión
de una pluma,
la cualidad
de estorbar la vigilia.

Los que cierren los ojos
jamás verán la señal.

Dolors Fernández Guerrero

Maullidos

maullidos

En tu agonía,
gato lastimero,
maúllas al frío y a la ruina,
a la ceniza y a la ceguera
en la oscuridad más cierta,
la de los interruptores sordos.

Siamés, persa, atigrado
o bastardo callejero,
merodeas por las hecatombes precisas
tras un suspiro
que te segregue del fin,
que te devuelva al principio.

En esta agonía,
aliviada por dioses cuánticos,
mercaderes, hedonistas,
maúllas.
Es tu séptima vida y en tu vaticinio
solo frío y ruina,
ceguera y ceniza.