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‘Heredar la nada’ de Pedro Serrano

Pedro Serrano: Heredar la nada, Ediciones Contrabando, Colección Marte. Valencia, 2018

Heredar la nada, de Pedro Serrano (Premio Tiflos 2016), pese a la rotunda negación de su título, es un poemario del todo, vasto y torrencial como la vida misma y como ella, engendradora de vicisitudes, sinsabores y alegrías, sombras y luces. Muchas sombras y muchas luces, y mucha desazón y mucha rebeldía, porque es un poemario lleno de asechanzas, sin Dios, en el que el leitmotiv de la ceguera asume la categoría de alegoría confesional en un discurso ininterrumpido que transcurre durante las siete secciones en las que se estructura el poemario: “Error de cálculo”, “Lugar aséptico”, “Improvisaciones escritas de pie”, “Cuaderno de sombras”, “Migración”, “Rutinarias” y “Heredar la nada”. He querido consignar los siete epígrafes porque remiten, por sí mismos, al universo de Pedro Serrano, rico, versátil, atrevido y subyugante.
Heredar la nada es, por lo mismo, un poemario extenso, tensionado, ambicioso, por momentos metapoético y, por ende, imbuido de amor a la poesía, reivindicativo del verbo, como eje estructurador de nuestra naturaleza humana: “Recuerda que no volverá nunca la quietud. / Más lejos, más cerca, / utiliza la poesía”. Aunque, como en Nicanor Parra, nos sorprendan sus fogonazos de autodestrucción: “Y bien. Es el momento de juntar palabras, hojarasca y quemarlas.”
Heredar la nada tiene algo de miscelánea, con poemas brevísimos (dos versos), otros de extensión media, prosa poética, algunos versículos que prolongan la prosodia ágil y melodiosa de su verbo, para adentrarse en el terreno de lo confesional, visceral y heterodoxo. Ahí es donde la vida misma nos muestra la gran paradoja de la existencia, ya que vivimos para morir, en un tono elegíaco, muy del gusto barroco: “Si hablo de la muerte es porque llevo años muriéndome” y donde el absurdo impregna muchos de nuestros comportamientos: “Siempre me piden poemas inéditos. / Nadie lee poesía / pero me piden poemas inéditos.” Tanto es así que llega el momento en el que cabe la vulgaridad, tan cerca de nuestra realidad cotidiana, de la que sin duda se nutre la poesía de Pedro Serrano. Por esa razón, como en la vida, en los poemas de Heredar la nada lo sublime se nos muestra empedrado de prosaísmo: “Cuando uno descubre que en solo un instante / puede amarse como en toda una vida / se acojona…”
Pero, sobre todo y a pesar de los pesares, Heredar la nada es un derroche de vitalidad, un revulsivo poético, la revelación de un hombre que descubre para nosotros, ávidos lectores, que “Tal vez la oscuridad / sea luz desconocida.”
“¿Y si todo fuera mentira?”, dice en un momento dado Pedro Serrano. A mí, personalmente, me gustaría contestarle que siempre nos quedará la poesía.

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El ‘Tiempo de destrucción’ de Luis Martín-Santos

Que un libro como este, reeditado con algunas modificaciones por parte de Mauricio Jalón, vuelva a ver la luz, tras su ninguneada aparición en 1975, es un acto de justicia poética que hay que celebrar.
A la editorial Galaxia Gutenberg, a los herederos de Luis Martín-Santos -Luis y Rocío- y al propio Mauricio Jalón debemos ese honor, la resolución del enigma, que así es como se nos presenta, con ese componente de misterio, la obra póstuma del desafortunado autor de Tiempo de destrucción.
Distinto a Tiempo de silencio, Tiempo de destrucción cimenta la fama de Martín-Santos como novelista aguerrido, de palabra fluida y brillante. Cuando el fondo y la forma, ambos rebeldes, disconformes con el statu quo, sabios, en pie de guerra, se alían el resultado es una magnífica obra, de esas que abren caminos, que a su paso dejan un reguero de luz.

https://www.efe.com/efe/espana/cultura/recuperada-tiempo-de-destruccion-la-novela-enigma-luis-martin-santos/10005-4742516