En mi decálogo de impertinencias
oso escupir palabras al relente
que rebotan justo ahí enfrente,
en el limbo de las indiferencias,
mientras tú, argucia en mano, silencias
zumbando el murmullo de la gente.
Y la rueda gira diente con diente
en el fragor de toscas vehemencias.
Con tu vuelo de mosca ambicionas,
allá en el Salón de los Espejos,
el linaje de las aves remolonas,
sin advertir que son solo reflejos
de mosca adherida a las poltronas,
succiones de carroña en sus bosquejos.