‘Labios sin banderas’ y otros poemas en ‘Zenda’

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Tras la pulsión amorosa mostrada en su primer poemario, Mi corazón mordido por tus labios (La marca negra, 2017), estos cuatro poemas inéditos de Dolors Fernández Guerrero se abisman en dilemas de corte nihilista, surcados de imágenes poco complacientes, que cuestionan los pilares de nuestra existencia. El tono de misterio, y un halo indefinido y terrible son el escalpelo que la autora utiliza para ofrecernos su visión descarnada y desesperanzada de la realidad.

En Zenda ofrecemos cuatro poemas inéditos de Dolors Fernández Guerrero.

***

Labios sin banderas

I

Amor, oigo tu voz, un susurro en penumbra,
un soplo de grava y asfalto entre el fragor
que socava el espejismo de las trincheras.
Esta tarde la hecatombe sucumbe a los cuerpos.
Por nosotros hoy el maestro afina el piano
en esta hora gris −cuarzo, mica y feldespato−,
cuando el ángel bosteza con sus alas de fuego.
Blancas, negras, en su aliento se urde el pentagrama
de notas contenidas en un reloj de arena.
No cabe la espera en la danza del deseo,
caen las palabras como piedras sobre el agua.
En el estanque, las ranas croan, insensibles
al dolor y a la música de cualquier esfera.

II

Alfileres de plomo arrasan el horizonte,
disparados por ubres de eternos gurús:
incensarios de gas, letanía de metralla.
Mísera, la luz es remolino, trampantojo
fuera del cenit que alumbra la herida turgente
de senos violetas, de muslos anaranjados.
La mañana se despliega en toda su gloria
y nos crece en el alma la espada de Damocles.
La hora es dulce para visionarios adictos
a la heráldica de los panes y los peces,
que ungen sus casullas con estrellas de mar,
que entonan sus cantos entre Escila y Caribdis,
que desangran con hacha el coral del arrecife.

III

La fanfarria de la victoria es un estruendo
de sirenas varadas al pecio del silencio.

***

Retruécano

El retruécano, mudo en la oscuridad,
galopa durante horas
en los abrevaderos lentos de la insumisión.
La frente alta y la boca cerrada
hasta que la sed adormece el silencio
para que el caballo al paso
no sucumba.

Abrevar las bestias,
enajenar su dicha,
el bocado prieto, ahora suelto
sobre el frescor del cristal.

El jinete no sucumbe,
ve su imagen reflejada
en el espejismo del agua.
Quisiera, exhausto por la jornada,
beberse la noche a pedazos,
pero el agua se vuelve retruécano
que galopa sin descanso.

***

Anaqueles del olvido

En los anaqueles del olvido
los libros se asoman al vacío
en la imprecisa geometría
de las palabras.
A duras penas
se cincelan los verbos,
se biselan los nombres,
se malversan los adjetivos.
Los conceptos son galgos que escapan
a través de jaurías de redes
y las hilanderas de lo invisible,
las que disponen los números a pie de página,
giran la rueca, la giran,
y mientras la giran cantan
y se calzan espuelas de oro
−un talón pondera, el otro remacha.

Al día siguiente desayunan tranquilas
tostadas con mantequilla
y mermelada roja, ácida,
enroscada bajo la tapa
untuosa de cualquier alcantarilla.
Es la memoria la que inquiere
sin índice ni portadas,
la que persigue a la luciérnaga,
la que devora la fruta madura,
agusanada.

Si la mano en el pomo de la espada
derrocase a la hoja en blanco,
el beso del laurel en la noche
−ojos de lechuza atávicos−
erigiría un entrechocar de voces.
Pero los pasadizos del miedo
enmudecen las palabras,
la mentira y la verdad
se ovillan como hermanastras.
Como una esfinge muda,
la mañana se bifurca
sin renglones, ágrafa…

Espuma de cadáver exquisito,
putrefacción con retrogusto,
oscuridad de tanino
esferificada en perlas de estulticia.
Rebanadas del pan de cada día
afiladas como papel de fumar.
Libros que exhalan entre los anaqueles,
ajenos al placer,
solo humo, perezosas volutas
de nada.

***

Veintiún gramos

Aligerados de peso,
el límite, veintiún gramos
y pedernales de indiferencia
saturados de azúcar glasé.

Ajenos y sin liturgia,
la opinión pública
satura de olvido el hambre.
El frío es un perro contumaz.

Y solo a dentelladas
el hombre-lobo
ataja todas las patrias,
cansado de su horrible belleza.

Arden veintiún gramos,
demasiados
para cuerpos que se exilian
bajo desleídas banderas sin dios.

***

Dolors Fernández Guerrero (Barcelona, 1968), licenciada en Filología Hispánica, ha publicado el poemario Mi corazón mordido por tus labios (2017)En narrativa, es autora de las novelas El club del tigre blanco (2020), Halogramas y Huye, Alisa (2021), además de relatos y microrrelatos en numerosas antologías. BCN la jaula es su última novela, inédita. Es vocal de la Junta de la ACEC (Asociación Colegial de Escritores de Cataluña) y presidenta del colectivo literario El Laberinto de Ariadna.

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