Hace algunos días fui al Museo Europeo de Arte Moderno (MEAM) de Barcelona. La oferta era tentadora: concierto de guitarra clásica, merienda y visita libre a la exposición temporal del recinto.
La actuación fue sobre ruedas. El concierto, a cargo de un excelente guitarrista, deleitó al público con piezas de música cubana. Además, no faltaron obras de Isaac Albéniz y Joaquín Rodrigo. Del primero el músico escogió unas raras jotas que nunca antes había escuchado y del segundo –cómo no− un fragmento de su maravilloso Concierto de Aranjuez. Por añadidura, los organizadores decidieron endulzar la velada con té o café y galletas. De ese modo atraían a un auditorio más amplio, incitado por la perspectiva de combinar los sentidos del oído y el gusto en un mismo evento.
Todo un acierto, tengo que decir. El museo, ubicado en un antiguo palacio de 1790, ofrece un marco de lujo en el que exhibir obras de envergadura. Para el espectador, a la contemplación de sus pinturas y esculturas se suma la sensación de revivir otras épocas. Un ambiente, en definitiva, cargado de años y de historia.
El MEAM se mueve dentro de una oferta de arte moderno, siempre figurativo. Tienen cabida tanto pinturas como esculturas, todas ellas de indudable interés.
Pero lo que me sorprendió en extremo fue la pintura del noruego Odd Nerdrum, un artista absolutamente desconocido para mí.
Su pintura me pareció magistral y desbordante de significados. La verdad es que aquella tarde descubrí algo fuera de lo común.
Los cuadros con los que me topé en primer lugar fueron telas de un tamaño considerable en las que aparecían diferentes personas flotando, como si cayeran al vacío. Sus cuerpos, suspendidos en una atmósfera tétrica, infundían pavor. Había varias telas con el mismo tema en las que el autor solo se había permitido ligeras variaciones. Por el formato, estructura, temática y color estaba claro que formaban una serie.
Sobre un fondo oscuro y denso estas figuras humanas parecían lanzadas hacia un destino fatal. Pero un velo translúcido las envolvía y les confería una consistencia evanescente. El aspecto onírico otorgaba a la obra una carga espiritual que matizaba la escena, la suavizaba.
Algunos de los protagonistas de los cuadros, incluso, parecían dotados de cualidades milagrosas como alas. Sin embargo, se nos mostraban a ras de suelo, desprovistos de otros atributos angelicales. En consecuencia, adquirían un aspecto anacrónico y ridículo, como seres celestiales desubicados o como modernos ángeles caídos.
Sus trazos realistas, en los que el cuidado del detalle es una de las constantes resaltan aún más el patetismo de sus obras. Su expresionismo es tan acusado que no podemos más que empatizar con el sufrimiento o asombro de sus personajes.
Otra característica estilística de la pintura de Nerdrum es su extraordinario y sugerente juego de sombras y penumbras. En sus cuadros es muy evidente el tributo a Caravaggio y a Rembrandt, del que hace gala con un virtuosismo dificilísimo de encontrar en la pintura contemporánea.
Por todo ello, su obra tiene una desacostumbrada originalidad, una calidad metafísica, una profundidad a veces escabrosa que se clava en la conciencia.
Si añadimos que dentro de la pintura contemporánea Odd Nerdrum reivindica el figurativismo y el virtuosismo pictórico, tan en desuso, creo que cualquiera convendría conmigo en que nos encontramos ante un artista singular, sorprendente, inquietante.
En definitiva, sus cuadros reflejan a un ser humano vulnerable, perdido, en busca de una esperanza, de la luz que el autor solo deja vislumbrar. Sus personajes están en perpetua caída, en la oscuridad, han perdido las alas o exhiben una pose doliente.
Me ha impresionado Odd Nerdrum. Para este artista el hombre moderno busca un sentido a su existencia. En su intento se contorsiona y sufre pero, ante todo, continúa con su empeño, que es el de vivir a pesar de los pesares.
Odd Nerdrum, con su pulso firme, su técnica excepcional y su sentido de la luz, me parece un pintor realmente admirable.
Por todo lo anterior puedo decir que el artista noruego me gusta y me conmueve.
