En la arbitrariedad
de una pasta oscura
y sin paleta
reconozco el rumor
de ideas insurgentes
en acto de ebullición.
Racimos maduros,
acantilados voraces y dulces
que se definen
en el no ser,
entre millones
de pepitas apátridas.
Rebotan contra
Boyle-Mariotte
para elevarse
hasta el color púrpura.
Ante su pulpa quebrada,
la tersura de la piel.