Retruécano

El retruécano de la noche es mudo
y galopan las horas
en los abrevaderos de la insumisión.
La frente alta y la boca cerrada.
La sed adormece el silencio
para que el caballo al paso
no sucumba.

Abrevar las bestias,
enajenar su dicha,
el bocado prieto, ahora suelto
sobre el frescor del cristal.

Sin respiración, el jinete ve su imagen
adormecida en el agua.
Quisiera, exhausto por la jornada,
beberse la noche a pedazos,
pero cae una rama
y el temblor de las ondas dibuja
el mudo retruécano de la noche.

Dolors Fernández Guerrero