Sylvia Plath, libre o subyugada

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La escritora Sylvia Plath (1932-1963) es un ejemplo de contradicción mediática: considerada un icono por las feministas, su naturaleza sensible e insegura la condujo al suicidio con solo 30 años. Y según sus biógrafos el motivo fundamental fue el profundo sentimiento de desamor y los celos que experimentaba. Efectivamente, en el momento de su muerte atravesaba una grave crisis matrimonial (con triángulo amoroso incluido) que no fue capaz de resolver de otro modo. Sin embargo, no hay que olvidar que desde la adolescencia había padecido trastornos psiquiátricos que incluían el intento de suicidio. Así pues, Sylvia Plath no representa precisamente un ejemplo de mujer emancipada y libre del yugo masculino. De ahí la contradicción.
Dejando de lado especulaciones, su legado literario es una muestra de poesía confesional conmovedora, original. El mundo, en la obra de Plath, se proyecta después de un ejercicio de introspección, se reinterpreta y se vuelve a conformar a través de la palabra, pero de otro modo. Sin huir de lo evidente lo anecdótico se vuelve sutil, preciso, hasta adquirir una dimensión mucho más profunda que lo reviste de majestuosidad y belleza.

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VERSOS DE VIERNES Y FELIZ FIN DE SEMANA

El otoño de las ranas

El verano envejece, madre de sangre fría.
Hay escasez de insectos, y además vienen flacos.
En nuestro hogar palustre nosotras solamente
croamos y nos vamos marchitando.
En somnolencia se disipan las mañanas.
Brilla tardío el sol entre los juncos
endebles, y las moscas son esquivas.
El pantano se enferma.
La escarcha hace caer hasta a la araña.
Está claro que el genio
de la abundancia vive en otro lado.
Nuestra gente está flaca,
es lamentable.

Sylvia Plath