Cuando excitada y caliente
tú ronronees, leona,
yo acudiré vehemente,
lleno de testosterona,
a hundirte mi daga ardiente
siempre dulce y juguetona.
Tu cuerpo es jugo candente
y encandila mi neurona.
Tan solo espero impaciente
que te decidas, jamona.
Que sin ti queda pendiente
mi larga espada Tizona,
de otras guerras combatiente,
y entre todas campeona.
Sabiendo que estás al dente
no te hagas la remolona,
que por ti hago parapente
y aterrizo en Barcelona.