Decálogo de libros del 1 al 10, realizado en diez días (sin que el orden denote prelación), que intenta recordar, comentar, destacar aspectos esenciales de algunas de las obras literarias que han sido decisivas para mí. En tiempos de pandemia los libros nos salvan de la vida. La elección está sujeta a razones subjetivas y, por supuesto, injustas, como en cualquier selección. Por el camino quedan obras memorables, autores capitales que no pueden ser contenidos en este decálogo de lecturas, tan reducido como su nombre indica.
DÍA 6: El señor de los anillos, de John Ronald Reuel Tolkien
El señor de los anillos es una obra emblemática, magistral dentro de su género: la fantasía épica. Su influencia es absoluta dentro de esa temática. Este ejemplar en cartoné lo compré hace muchos años en Círculo de Lectores, al que por aquel entonces estaba suscrita. Como suele pasar a menudo con los libros, me decidí por él gracias a la recomendación de un amigo, muy aficionado a la obra de Tolkien. Se había leído nada menos que El hobbit, El señor de los anillos y El Silmarilion.
En sus más de mil páginas se recrea con precisión un mundo de fábula donde la magia, las grandes gestas y el sentido del honor son los protagonistas. La presencia del mal, inquietante, es la amenaza que recorre de principio a fin la historia, y el afán de combatirlo es el tema que estructura toda la novela. Tolkien exhibe un portentoso talento narrativo y consigue crear una novela absorbente que te atrapa.
Desde que el ser humano tiene memoria han existido los mitos y las leyendas, para entender lo incomprensible, para justificar lo que sucede, para evadirse. El deseo de evasión es inherente al ser humano, por eso los gustos pueden cambiar, pero la necesidad permanece. El señor de los anillos rinde tributo como pocos a este mundo mágico y fascinante.
(El señor de los anillos, Ed. Círculo de Lectores. Valencia, 1989)