En ocasiones cuesta
poner un pie ante el otro
y avanzar.
Cuesta deslizarse
sobre el cieno.
El barro se acumula
en la suela y salpica
los cordones nuevos.
Debiéramos ser hijos
de nadie
y tatuarnos de olvido.
Siento que
en la urdimbre
del recuerdo
se retuerce el paisaje,
fermenta la hierbabuena.
En los manglares insanos
solo el despojo,
y un paso enfermo,
y un poso infame,
y un peso huérfano.
Sortea su desvarío
el carillón.
Tocan las cinco.
Tomaremos el té
en el infierno.