Un latido de vértigo para mis sentidos,
haz de luz en la retaguardia de mi mirada,
y frente a mí, en un juego de espejos repetidos,
la blanca estoicidad de un nuevo día me llama.
Río de lava que fluye en calma, decidido,
surcando ágil laboriosos presagios en mi alma,
que cual lenta caricia de un amor redimido
se empecina, cauto, se aproxima, me reclama.
Esa voz que se regodea en mí es la llamada