Nicolás Flamel o la piedra filosofal

Nicolás FlamelNicolás Flamel alcanzó la fama en su tiempo y con él su esposa Perenelle. El matrimonio que de otro modo habría tenido pocas probabilidades de hacerse un hueco en la memoria colectiva, es protagonista, sin embargo, de una leyenda increíble que habla de riquezas e inmortalidad.
Todo empezó hacia 1355 con un libro misterioso. Según unos lo compró por casualidad; otros dicen que se lo regaló un desconocido; incluso hay fuentes que aseguran que un ángel se lo entregó mientras soñaba.
A pesar de su dudosa procedencia el libro en cuestión parece que se trataría de un grimorio alquímico que mantuvo ocupado a Flamel durante más de 20 años. Fue un proceso largo y difícil el que hubo de recorrer, un camino de perfección. Esta experiencia vital la describe extensamente Flamel en su Libro de las figuras jeroglíficas.
Para su interpretación contó con la ayuda de expertos en griego antiguo, filosofía hermética y alquimia. Teniendo en cuenta dónde se encontraban en ese momento los mejores traductores de griego, hebreo y árabe, y dónde se atesoraban también esos conocimientos mistéricos, Nicolás Flamel emprendió hacia tierras hispanas su peregrinación. En su particular Camino de Santiago llegó a conocer al rabí leonés Maestre Canches, quien le aclaró que aquel libro encriptado se trataba de la obra Aesch Mezareph del rabí Abraham, y que contenía los misterios alquímicos más codiciados: la piedra filosofal, la inmortalidad y la palingenesia (regeneración, renacimiento de los seres).
A su regreso a París, tras su larga peregrinatio, los conciudadanos de Flamel asistieron a la apertura de hospicios y capillas, cuyos gastos supuestamente sufragaron su esposa y él. Pero aún hubo más. Por todo París empezó a correr el rumor sobre la inmortalidad de Nicolás y Perenelle.
Pero ¿qué hizo pensar a los parisinos que la pareja había burlado el paso del tiempo y seguía viva más allá de lo humanamente posible? La sospecha de que Nicolás Flamel había descubierto la piedra filosofal.

La piedra filosofal
Desde la época del antiguo Egipto el hombre se ha esforzado por convertir los metales más vulgares en la materia dorada por excelencia: el oro.
Conseguirlo a partir del mercurio, del hierro o de cualquier otra sustancia era un reto inverosímil para algunas personas. Sin embargo para otros suponía un hito alcanzable, siempre y cuando el aspirante a alquimista se dedicara en cuerpo y alma a esta tarea. En la soledad de su taller podían transcurrir años de arduo estudio y trabajo, la mayoría de las veces infructuoso.
La consecución de este objetivo suponía lograr el secreto de la piedra filosofal e, inexcusablemente, debía ir unido a un proceso de purificación y perfeccionamiento espiritual.

La leyenda de Nicolás Flamel: riquezas e inmortalidad
La biografía de Flamel se convierte en leyenda a finales del siglo XIV. El matrimonio formado por Nicolás y Perendelle sorprendió a todos al hacerse construir una casa, financiar capillas, asilos y hospitales.
A simple vista resultaba inexplicable este enriquecimiento súbito, que sufragó tantas obras pías. Sin embargo, todo cobraba sentido si se pensaba en Flamel como poseedor de la piedra filosofal, en un fabricante ilimitado de oro.
Lo fantástico y extraordinario de este suceso encendía la admiración de sus coetáneos y alimentaba su mito de gran alquimista.
Otro rumor confirmaba ante los parisinos esta explicación, la supuesta petición de oro por parte del rey de Francia, Carlos VI. Según esta historia el monarca en persona pidió a Flamel que usara su sistema de transmutación para llenar de oro las arcas reales.
La otra leyenda increíble que afecta a Flamel y a su esposa es la que habla de inmortalidad. Durante siglos dicen haber visto a Nicolás y Perendelle en diferentes lugares de París y en localizaciones tan exóticas como India o Turquía.
Sin embargo, lo único que se ha podido constatar es el entierro de ambos entre 1410 y 1415 y la lujosa lápida que se conserva en el Museo de Cluny. Pero pese a esta evidencia, el mito sobre su inmortalidad  no ha podido ser desterrado.
Aunque existan razones que puedan justificar el rápido enriquecimiento y la longevidad de Flamel y Perenelle, el imaginario popular siempre encuentra referentes mágicos para dar una explicación a lo que en apariencia es incomprensible.
Para una buena parte de la humanidad las causas lógicas se muestran inservibles porque es necesario embellecer la realidad, dotarla de poderes sobrenaturales. De ese modo la vida común y racional se convierte en un camino luminoso lleno de esperanza.
El mito de Nicolás Flamel, todavía hoy, sirve de guía para aquel que desee iniciarse. Solo unos pocos alcanzarán el ansiado premio o no.