Redoble de tambores

Hay una garra que chirría en los cristales,
un cansancio de ojera que desando con mis pasos,
un enano hábil con los malabares
que avanza entre cabriolas
depositando mil cáscaras de huevo
a mis pies.

Es tan frágil ser,
solo piel con huesos, tendones sin su arco,
sangre decolorada en la maraña,
infernal cabellera de Medusa,
fanática y absurda,
salvaje en su sentencia,
en su mirada de dragón.

Se rasga la noche,
la vida es una insolencia
que hurga en el adobe del silencio.
En él se maceran
golondrinas circunflejas
que desean redimirse ante la vida,
sin percatarse, sin saber
apenas
que son solo tijeras negras,
                                                 recortes del ayer,
                                                                                imposibilidad del mañana.
El hoy es un redoble de tambores.
El corazón no descansa.

Dolors Fernández Guerrero