Archivo de la categoría: Poemas

Mátame

Mátame,
lentamente y con usura,
con la calma que atardece
desde que el mundo es una nuez resquebrajada.

En el sudario de la vida
la lejanía de tu voz
se mantiene indiferente
al monótono rosario del olvido.

Es tu potestad y me desangro a manos llenas
sin plan de huida,
mientras la cáscara cede
a la presión de la muerte.

Mátame,
que extramuros el frío corta los labios
y un granizo de nueces rotas
astillan mi alma.

A lo lejos, tan solo el río canta…

Dolors Fernández Guerrero

Amor gótico

Reviven las coronas de los muertos,
regadas por la escarcha que reclama
raíces, ramas, pétalos no yertos,
esquejes de ese nicho que aún ama.

La ausencia no es lo mismo que el olvido,
se aferra a la añoranza con ahínco,
ofrece siempre un norte al dolorido
amante, lo aproxima con un brinco.

Maldito sea el infame que así entierra
amor, pasión y toda su grandeza
con látigo censor, dientes de sierra,

obviando que no existe más certeza
que el fruto enamorado de la tierra
abono eterno, flor de su belleza.

Dolors Fernández Guerrero



Óxido

Hay una distancia que mis manos
no abarcan,
que sujetan el recuerdo
al silencio,
alas polvorientas que se abaten
sin imán
en fronteras desvaídas.

Mientras, el rocío me cala
como gotas de aguanieve,
con su ácido corrosivo,
sin sentido,
desubicado
en un nosotros que
al instante se vuelve hielo.

No sé por qué abracé la lluvia
pues solo hallé
mis miembros empapados
en soledad,
asidos a la ropa de un mendigo.
A través de sus ojos vidriosos
me miró, intrigado,
y no había un cómo ni un porqué
más allá de mi delirio.

Lo inconcebible de tus labios
serpentea entre mis sueños,
sin sentido
pero sin tregua,
y el deseo lacerante
oxida
       un anillo
tenaz
alrededor de mi lengua.
                                         

Dolors Fernández Guerrero

Exabrupto bovino

Mi sueño es el de la plácida res,
−mirada conforme, bovina−
que no conoce el aturdimiento
de los días con sus malditas noches.
Al aire libre pasta,
como animal dócil,
desde el minuto cero de su vida.

Ese es mi verdadero yo,
vaca en un campo de bostas,
que rumia, en un relámpago de lucidez,
que a él, el innombrable Él,
no le importo una mierda.
Dicho lo cual, prácticamente
ya está todo dicho.
Podría dejar de escribir,
y acaso tú de leer,
pero la perseverancia es mi atributo
−consuetudinario, ilógico−
y en honor a este legado
voy de la col al nabo con altivez principesca.
En eso consiste ser una rancia peripatética.

Los argumentos fallan
en mis cuatro estómagos
y la premisa se me sale por el esófago.
El silogismo,
impertérrito,
se desenreda entre mis rizos,
se despereza,
bosteza
y firma con un garabato
irrisorio
su sentencia.

Pertinaz,
como mujer-vaca en sueños,
me acerco y leo
la tan razonada respuesta:
“No le importas una mierda”
y entonces, sin dar crédito,
me persigno, rumio y rezo.

Dolors Fernández Guerrero

Elegía de Penélope

En este cuarto sin nombre
deambulan elefantes violetas
y encantadoras serpientes de cascabel
esperan tu presencia,
y sé que si estuvieras,
sombra de árbol y ceniza,
harías de mi vida un rastrojo
−juguete roto,
muñeca desmembrada,
simple despojo.

Aun así, aquí estoy,
cautiva de tu ausencia,
humillada,
cincelada por la angostura
de un olvido que solo finjo
para que no caigan sobre mí
los cascotes de lo obsceno.

Laten tus ojos en mi oscuridad
y en ellos el dolor del niño,
las ansias entreveradas
que te inflaman como un fénix
despiadado.
Amas el amor de Eros,
al dios de la flecha y el carcaj
que con su capricho
inicia todas las cacerías,
y no hay amada que lo sea
porque tu corazón es un polvorín
de sangre y miedo
que desecha pronto el cuello puro que se ofrenda.

Arrasas la hierba fresca a tu paso
y sacas los corazones con tu cuchillo
como si fueran de manzanas,
podridos.
No te engañes,
la huella de lo que fuimos permanece,
es la savia que nos conforma,
la que se transforma en dragón
y te espolea sedienta, agónica.

Contemplo tu iris en mis noches,
su obsidiana dura, reluciente,
cuando la espera es una herida abierta
y el ferviente estigma de la nada
me halla desvalida, desnuda.
Como un animal me siento
y te siento, ambos sometidos
al látigo que restalla en nuestra piel,
entre ráfagas de deseo y silencios.

Amo el amor que tú desprecias,
aunque jamás quise ser Penélope
ni Circe ni Nausica.
Sé que sabes que lo sé,
que lo intuyes,
que lo ves,
porque eres un ídolo con los pies de barro
y por eso te amo,
pero anticipo el dolor de la muñeca rota,
su abandono
y en su derrota reside mi propio
                                                          absurdo,
                                                                            falso
                                                                                       desdén.

Dolors Fernández Guerrero

El secreto del cuchillo

El secreto mejor guardado
es el que nace muerto,
como un aborto
cometido
una y mil veces.

Clavos en las sienes
y cuchillas en el pecho,
alfileres en las pupilas
y machetes en los dedos.
En los pies tijeras
para despedazar el cuerpo.

Nacer en una cuchillería
y rasgar el aire
es el arte
de vivir sin secretos.

Dolors Fernández Guerrero

A Sus Majestades los Reyes Magos

A Sus Majestades los Reyes Magos
les pido como obsequio un regalo
que llegue con un lazo empaquetado,
entrega a domicilio sin recargo.

A Sus Majestades los Reyes Magos
les pido que de noche llamen quedo
que olviden los rencores y pecados,
piadosos soberanos coronados.

A Sus Majestades Los Reyes Magos
les pido que el amor enamorado
no pase por mi puerta hoy de largo,
que sufro sin un beso de sus labios.

Dolors Fernández Guerrero

Incendios

Clama el incienso

porque prendieron la llama

y el fuego de las arbitrariedades

se ha disuelto en la trifulca

de las medianoches.

El arrebato solo alcanza

el bate de béisbol

con tornasoles de molinete.

Yace el ocaso

entre las tinieblas.

Tu nombre junto al mío

no bastan para completar

el abecedario.

Allá lo inconcluso y parirán las lechuzas

en nidos de cañas y barro

oscuros polluelos

de piar abisal.

No dejes que llegue

NADIE,

no dejes que NADIE

con su ojo de cíclope

te lastime,

una vez más.

Dolors Fernández Guerrero

Redoble de tambores

Hay una garra que chirría en los cristales,
un cansancio de ojera que desando con mis pasos,
un enano hábil con los malabares
que avanza entre cabriolas
depositando mil cáscaras de huevo
a mis pies.

Es tan frágil ser,
solo piel con huesos, tendones sin su arco,
sangre decolorada en la maraña,
infernal cabellera de Medusa,
fanática y absurda,
salvaje en su sentencia,
en su mirada de dragón.

Se rasga la noche,
la vida es una insolencia
que hurga en el adobe del silencio.
En él se maceran
golondrinas circunflejas
que desean redimirse ante la vida,
sin percatarse, sin saber
apenas
que son solo tijeras negras,
                                                 recortes del ayer,
                                                                                imposibilidad del mañana.
El hoy es un redoble de tambores.
El corazón no descansa.

Dolors Fernández Guerrero