Saramago, caminando entre Jesucristo y Caín

SaramagoLa codificación del bien y la acción punitiva contra el mal son la base y la razón de ser de cualquier libro sagrado. En función de unos principios morales y de un credo determinados se identifican, definen y delimitan los actos que merecen premio o castigo.
Tanto los Diez Mandamientos de la Biblia, la ley del Corán o la Torah judía, por poner ejemplos que pueden resultar más próximos a la cultura occidental, poseen este carácter normativo y sagrado, ya que son pautas de conducta que emanan directamente de Dios para regular y ordenar la vida de los hombres. El respeto de estos dictados trae aparejada la vida venturosa y eterna más allá de la muerte.
Como libros sagrados que son, se consideran infalibles e incuestionables, so pena de incurrir en blasfemia o, peor aún, en herejía.
Qué indujo al escritor José Saramago a dar una versión tan particular e irreverente de la Biblia en repetidas ocasiones es la clave para entender su obra.

La moral de la razón
Partiendo de estas ideas José de Sousa Saramago (Portugal 1922 – España 2010) manifiesta su profundo desacuerdo con un texto sagrado determinado que es la Biblia y desde una postura combativa y crítica va alejándose de los principios fundamentales que sustentan la religión cristiana.
Contra la moral de la Iglesia católica Saramago propone la moral de la razón, con una máxima que resume su ideología: “Sin la Biblia seríamos otras personas, seguramente mejores.”
El problema radica, a su juicio, en que la Iglesia ha buscado el control de los cuerpos sin preocuparse del destino de las almas, y todo porque Dios nace de la mente humana (y no a la inversa, según su tesis). Por tanto, Dios está hecho a imagen y semejanza del hombre, con todos sus defectos innatos: ira, envidia, crueldad, orgullo y egoísmo, entre otros.
En resumen, para el escritor luso simplemente “Dios no es de fiar”.

La reacción de la Iglesia
La reacción de la Iglesia no se hizo esperar. En 1991, tras la publicación en portugués de El Evangelio según Jesucristo, la Iglesia lusa expresó públicamente su repulsa y Saramago fue acusado de blasfemia.
Con la publicación de Caín en 2009 la respuesta fue similar y las altas jerarquías eclesiásticas hicieron saber que consideraban esta obra una ofensa.
No obstante, las incendiarias críticas que vertieron sobre el escritor y su obra tanto la Iglesia como la extrema derecha no han hecho más que incrementar enormemente las ventas de sus libros, paradoja que ya hizo notar su editor en Portugal, Zeferino Coelho.

“El Evangelio según Jesucristo”
Estructuralmente esta novela sigue el esquema del texto original, ya que describe la vida de Jesús desde antes de nacer hasta su crucifixión, pero haciendo más hincapié en su niñez y juventud que en la etapa de predicación y subsiguiente suplicio.
Se trata de una interpretación que desdeña el simbolismo oficial de la lectura eclesiástica y que narra una historia con los siguientes ingredientes:
• José, padre de Jesús, se siente torturado por un pecado inconfesable y es martirizado en la cruz.
• Jesús es un muchacho incomprendido por su familia, de la que se aleja voluntariamente.
• María de Magdalena, anteriormente prostituta, convive con Jesús como esposa y es su más fiel discípula.
• Jesús se resiste a sacrificarse en nombre de un Dios arrogante y caprichoso.
• Pese a su resistencia, Jesús acaba cumpliendo los designios de Dios.
Estos serían los puntos más comprometidos de su obra, los más atacados. Hasta tal punto fue furibunda la reacción en Portugal, que Saramago decidió trasladar su residencia y se mudó a Lanzarote (España).

“Caín”
En Caín Saramago describe al personaje bíblico homónimo en su recorrido por las diferentes etapas históricas de la Biblia, entrando en contacto con personajes como Abraham o Job, y con escenarios como los de Sodoma y Gomorra. El propósito es poner de manifiesto la crueldad y soberbia de Dios.
La novela avanza o retrocede en el eje temporal desde una voz en presente que permite al autor introducir hechos y personajes variados de la Biblia.
Con la aceptación de esta licencia narrativa otra vez el lector asiste a una reescritura del texto bíblico, cuyo tema aquí es la responsabilidad de Dios en la muerte de Abel a manos de Caín.
Saramago explica que es Dios quien propicia y consiente la muerte de Abel y de tantos otros hombres, y que por tanto debe asumir, al fin, su responsabilidad.

Saramago se defiende
Saramago, ante la ofensiva de la Iglesia según él desmedida, declaró que sus detractores ni siquiera habían leído Caín y, sin embargo, le atacaban “con impiedad, falta de misericordia y falta de caridad”.
En palabras del escritor esta falta de contacto directo, de primera mano, con el texto bíblico elimina cualquier amago de crítica en los creyentes, ya que la versión difundida es solamente la que proporcionan los clérigos en sus sermones y citas.
La opinión de Saramago es que falta la otra cara de la moneda, queriendo decir con ello que es necesario conocer los polos opuestos de cualquier hecho acaecido como única vía posible para alcanzar la verdad. No hacerlo constituye otro tipo de ceguera, tema este otro que con todas sus implicaciones desarrolla en una de sus novelas más famosas: Ensayo sobre la ceguera (1995).

El ateísmo de Saramago
En definitiva, se puede concluir que Saramago es un autor de ideología profundamente atea, comunista por afiliación, y que esta convicción la lleva a gala hasta sus últimas consecuencias . Ya que salvar a la humanidad de las nefastas consecuencias de la religión católica le pareció inviable, al menos quiso responder “a las insolencias reaccionarias de la Iglesia Católica” con “la insolencia de la inteligencia viva”.
Su enardecido ateísmo nace del enfrentamiento entre fe y razón. Desde su perspectiva solo el conocimiento libre de creencias ayuda a entender, razonar y cuestionar. De ahí el conflicto recurrente de su obra contra la religión católica en la que fue criado. Su actitud beligerante forma una parte inexcusable de sus creencias vitales y de su personalidad literaria.
Por esta última razón la religión ha suscitado el interés del escritor a lo largo de su trayectoria literaria, aunque él mismo reconoce que nunca ha entendido lo que siente o piensa un creyente.
La muerte de Saramago en 2010 acaba con un creador único y polémico. Dejando a un lado controversia e ideologías, lo que es cierto es que el Premio Nobel le catapultó a la gloria literaria y que Portugal, unánimemente, acabó por rendirle un tributo póstumo.