Tengo satélites dentro de mi cabeza.
Sonámbulos, giran
en una carrera loca,
en trayectorias cruzadas
que alteran la danza del universo.
Oscilan de una sien a otra,
como latigazos de insinuación
contra el pensamiento lógico.
Desearía volverme ubicua
y despoblar la zona atrincherada de mis cejas.
Sería –creo yo- igual que arrancar
una cúpula a una azotea opaca
y contemplar el espacio
sembrado de interestelares ideas,
todas posibles, todas recién nacidas.
Sobre mis ojos, a través de la ranura abierta,
buscaría nuevos planetas
y orbitaría alrededor de ellos
en una orgía celeste,
lejos de mí, olvidada de la Tierra.