Un crimen perfecto

Un crimen perfecto-Dicho sea entre nosotros ese asunto hubiera habido que liquidarlo de una forma más precisa –el editor profirió estas palabras y levantó la vista del cómic-. Hay flecos sueltos –añadió.
El joven esperaba aquella cita desde hacía tiempo. Estaba seguro de su talento. Solo necesitaba una oportunidad.
-¿Por qué? –preguntó el joven, sorprendido -. Es un robo perfecto, sin testigos. Una burla a la ley y el orden.
-No creo. ¿Y el hijo minusválido? –inquirió el editor.
-Fuera, con sus padres.
-¿Seguro? Debiste liquidarlo –recalcó el editor, sombríamente.
-¿Cómo? ¡Si no estaba!
-Mira. –Y el editor señaló el último dibujo.- Avisó a la policía.
-¡Dios mío! –exclamó el dibujante al mirar fijamente la flamante casa con jardín y piscina. En ese momento advertía que un cuerpo sin vida flotaba en el agua. Era el hijo minusválido. Parecía haberse ahogado al huir mientras un coche de policía se acercaba a toda prisa al escenario del crimen.
-Ahora sí es un crimen perfecto –sentenció el editor.