Yo te escribiré
aunque no me leas,
aunque tus ojos empapados
de marea
jamás se dejen mecer
por la negra tinta de mi letra.
aunque no me leas,
aunque tus ojos empapados
de marea
jamás se dejen mecer
por la negra tinta de mi letra.
Mientras el mundo
se cernirá sobre nuestros días,
con las rocas como testigos
de un tiempo hecho cenizas
que se deshoja en un susurro,
entre la eternidad y el absurdo.
Y me asaltan dudas:
cómo las montañas vivas
se volvieron dunas;
o cómo ardieron sobre las lomas
ávidas lenguas de lava
que luego se dieron a la fuga.
Yo te quiero
y, sin embargo,
a veces tengo miedo.
Por eso, aunque nunca
cese el ulular del viento,
te escribo aunque no te veo.
y, sin embargo,
a veces tengo miedo.
Por eso, aunque nunca
cese el ulular del viento,
te escribo aunque no te veo.
Como émulos de los dioses,
escultores de las cumbres
que apuntan al cielo,
nos perdemos en este dédalo
-ícaros sedientos de viento
soñando con alzarse del suelo-.
Aunque no me leas
yo te escribiré,
a despecho del tiempo
que pulverizará nuestros huesos,
solo porque tú eres amor
de mirra, oro, incienso.