Archivo por meses: septiembre 2017

‘Nefertiti y los zombis’: IV. Con Batman, a ciegas

-Nef, siempre pensé que serías así. Eres mi alma gemela.

-No deberías decir esas cosas. Todavía no me conoces.

-Hay cosas que se saben desde el principio. Siento que te conozco desde hace mucho.  En cuanto te vi lo supe. Ven aquí. –Y con su gesto intenta atraerla hacia sí, como si los brazos extendidos pudieran obrar el prodigio de la telequinesis. Ella, en cambio, sale corriendo. Por un momento el hombre, sorprendido, se queda quieto. Luego la sigue.─  ¡Nef, Nef! ¡No te vayas! ¿Dónde vas, Nef? Espera, espérame, que puedes perderte –“y perderme”, piensa el hombre, contrariado. Seguir leyendo ‘Nefertiti y los zombis’: IV. Con Batman, a ciegas

Elogio de la paz

Se oye el bramido del mar
en este compás de espera.
Sí, banderolas blancas,
sí, banderolas negras.

Irredento se aproxima
con miles de lenguas de fuego.
No, espumarajos blancos,
no, alquitranes negros.

Ladera de agua salada,
la misma sin ser igual,
basta de blanco o de negro
con rumor de pedernal.

Salten cabriolas de agua,
potrillos de hielo insomnes,
que un oráculo de olas
sea la voz que se inmole.

Sí, banderolas blancas,
sí, banderolas negras;
No, espumarajos blancos,
no, alquitranes negros.

Dolors Fernández

‘Nefertiti y los zombis’: III. A la luz del día

Bien mirado salir a la luz del día tampoco estaba tan mal. Los colores se volvían definidos y brillantes, se reconocía el contorno de todas las cosas, y eso alegraba sin querer la vista. Era normal no tropezar en el hueco de los árboles o en los adoquines rotos, en los socavones inesperados de las aceras. También resultaba cómodo acertar a la primera el lanzamiento de un pañuelo arrugado y sucio a la papelera, tan mugrientos continente como contenido. Incluso se podía hacer la buena acción del día prestándole el brazo a la primera abuela que intentara cruzar un paso de cebra. Siempre le costó representarse a una cebra de la sabana africana en los listones descoloridos que rayaban el asfalto. Seguir leyendo ‘Nefertiti y los zombis’: III. A la luz del día