A un poeta nuevo

poeta

Te libraste de tu alma,
poeta,
de tus libros,
de tu casa.

Ahora solo ves
la tierra que calzas
con uñas ennegrecidas,
con la aspereza
de los callos,
con las grietas
de talones,
sin esperanza.

Pero valió la pena,
te repites como un mantra,
porque si no,
¿en qué quedará el mañana?

La tierra,
poeta,
será tu tumba de abrojos
donde ardan las zarzas,
donde, indiferente,
cante la cigarra.

Así es la vida
de cara,
sin outlets, descuentos,
ni rebajas,
inaccesible y mercenaria.

Está visto,
poeta,
que quien no corre,
divaga,
quien no pierde,
gana.

Tú vegetas, atascado
en dunas
de cañas
que te hieren
hasta las entrañas.

Calma, poeta,
claro que valió la pena
y la tierra volverá
a ser tu casa
con acento, con voz.

Un porche, una noche,
el silencio que se resquebraja
ante miríadas
de palabras.

Ahí está,
poeta,
tu alma:
aprésala y guárdala.