Un día de invierno

Aceras sucias dentro de túneles opacos.
Un día de invierno, o tal vez no.
Charcos que perduran en los adoquines hundidos.
La marcha incesante de pies y cuerpos
mientras el alambique de las gargantas
destila lentos presagios,
regurgita la decepción.
La mansedumbre de la ciudad es un espejismo.
Barcelona la fenicia,
Barcelona la señora,
Barcelona la fulana.
Solo uno más
entre el rebaño que otea el cielo
apaciguando el alma, diciendo que hoy,
con suerte,
no lloverá, pero mañana quién sabe…
Insensible,
la hora de las verdades cae en el olvido,
en el espacio límbico
sin patria potestad.
Barcelona florece por dentro
en busca de esa rara avis,
dalia en el hueco de las manos,
aroma de estancia compartida.