Reflectores del silencio abanican mi soledad
y los grillos incansables sacian su canto de sirenas
a costa del radar oculto de mi insomnio,
que no languidece ni de día
ni en su oscura metamorfosis.
Solo puedo transmitir en clave cifrados mensajes
que traspasen los muros de la ciudad
para multiplicarse en las antenas,
emularse exponencialmente en los satélites
hasta una infinita BCN,
con la retrospectiva del big bang
último o primero.
Si no pudiera verte más
se reencarnaría en viento mi palabra,
el verbo con su semántico deseo,
para rozar tu aroma, tu esencia, tu cuerpo,
lo que hace de ti mi yo incompleto.
Habitando tu espacio sin respeto
y transitando tus movimientos,
yo sería ese soplo de viento solitario
que se enamora de la tarde
antes de que las sombras hayan vencido
la proyección taciturna
de mi postergado anhelo.