No perpetres más crímenes contra natura
desde el bando ignominioso de la vida.
Atrajiste hacia ti mis barcos
y solo atisbo escollos y heridas en las rocas.
Escila con Caribdis ha estrechado el lazo.
Mis hombres y yo en acalorado abrazo
sentimos el tiempo adelgazado,
el espacio reducido a nada,
el navío, un cascarón de zozobra.
Nos ha sepultado la bravura de las olas,
nos ha desposeído de fortuna y honra.
Ahora yacemos bajo el celo de las aguas,
cascada que regocija a las noches sin luna.
¡Oh, Atenea, diosa de la astucia, guíame,
enjuga con tu mano estas lágrimas de muerte!