Si dices que me amas, desafías
aleve las costuras de mi alma,
destruyes convicciones y porfías,
recortas los contornos de mi calma.
Si niegas que tu voz arde en mi oído
desangras mi mañana para nada
robándole a las noches su sonido,
soñando tu verdad, que es una espada.
En busca de tus besos sin remedio
abdico entre los labios del abismo,
rendida ante tus ojos y su asedio.
Ni el cáliz de la sed ni este exorcismo
podrán ya regresar al punto medio:
amor y desamor son hoy lo mismo.
Dolors Fernández Guerrero