La rosa negra de mi desvarío
atiende tu llamada y se deshoja,
decide que no es libre su albedrío,
se vuelve oscuridad y se le antoja
que solo vuela el pájaro radiante
venciendo con su canto la tristeza,
que solo corre el agua galopante
saltando entre las rocas con fiereza.
Gorjeo del jardín anochecido,
aroma que embalsama la memoria,
mi flor de luto, tú, sin el vestido
que alfombra los senderos de mi historia,
renace en tu furor enaltecido
y cubre con rubor la esquiva gloria.