El astillero

astillero

Hiela en este rincón del astillero
donde se arman las costillas
una a una
y en un regazo desconocido
se acunan ráfagas,
presagios del viento del norte
que se filtran entre rendijas
apuntaladas con cal.

Hiende la verdad por su clarividencia
el mismo centro del meridiano
y acaba inventando
una mentira
tan pálida y ojerosa
que nadie se la cree,
a pesar del maquillaje
sobre su media sonrisa.

Hieren los peldaños que descienden al vértigo.
La condena para el vencedor
es un repiqueteo de gotas de acero
aunque la sequía,
el tiempo ante su stop,
el paraguas afilado
compongan un caligrama
que se traiciona en cada beso.