Cuando batió el récord todos acudieron a su encuentro a felicitarlo, pero ya no estaba. La pértiga había quedado clavada en la hierba del polideportivo, en cambio, Hugo no estaba sobre la colchoneta. Los asistentes al evento miraron en todas direcciones, sin verlo. Menos en una.
Tras denunciar el suceso a la policía, Hugo acabó por ser declarado “desaparecido”. A día de hoy, todos los saltadores de pértiga se encomiendan a Hugo, recordman mundial, antes de iniciar la carrerilla.
Desde su balcón entre las nubes, Hugo vela por los atletas y los reencamina, si estos se desvían demasiado de su destino, más allá de la colchoneta.