Halogramas: “Una partida tediosa”

16. Una partida tediosa

la partida-Nada me haría más feliz que acabar esta partida antes del anochecer.
-Pues no sé qué decirte…
-Empieza a ser tediosa –agregó el Iluminador que ostentaba la máxima autoridad entre los dos.
-Ya, pero puedes entretenerte mirando afuera. ¿Te has fijado qué día hace?
-Tienes razón. –Al girarse para mirar donde le indicaba su compañero de juego comprobó la intensidad del cielo, más claro que el mar, pero igual de brillante. A los pies del acantilado el agua había suavizado las aristas de las rocas a fuerza de estrellarse millones de veces. Entonces añadió-: Es extraño.
-¿Qué es extraño? –contestó su interlocutor con displicencia.
-Lo que está sucediendo en la Nave.
-Lo que está a punto de suceder, querrás decir.
-Tal vez.
-No hables así, eres el Artífice Supremo.
-Ya, pero no me lo esperaba.
-¿Lo de la mujer? –apostilló con tono interrogativo.
-Sí, eso.
-Pues no debieras, ya sabes cómo son.
-Pero Él era diferente. O eso creí–convino con expresión desdeñosa el Artífice Supremo.-Pues ya ves que no.
-Es irritante.
La partida se estaba alargando demasiado y eso nunca les gustaba. Eran mucho más emocionantes las jugadas breves que se resolvían con pocos movimientos. Sin embargo, había una apuesta por en medio y no se podía interferir. El juego debía ser limpio. Incluso aunque participara el Artífice Supremo había cosas que no se podían hacer, reglas que debían cumplirse a rajatabla.
-Si gano, tendrás que darme la Luz.
-Ya lo sé –admitió el Artífice Supremo y su cara denotaba decepción.
-Y si es así, si yo gano la apuesta, sabes que cambiaré las reglas del juego.
-Bueno, es lo acordado.
-Bien –asintió su contrincante.
-Pues que sea.
-Así sea. Espero que antes del anochecer sepamos el resultado.
El Artífice Supremo bostezó y el  destello que proyectó su boca, igual que un faro, era una luz blanquísima sobre las olas.

El próximo capítulo: 17. Un acuerdo tácito