Kafka, siempre Kafka

KafkaHoy en día la obra de Kafka, hegemónica y desconcertante, no deja lugar a la duda. Su influencia sigue presente en innumerables autores y sus metáforas han traspasado la frontera de la literatura. Su obra es deslumbrante, imaginativa y terriblemente lúcida. Despiadada para cualquiera, incluso para él. Su visión ácida y transgresora sufrió la incomprensión de sus coetáneos.
Este es el momento que vive Kafka cuando , enfermo y desgraciado, intenta reponerse de su enfermedad pulmonar mientras inicia una intensa correspondencia con la joven checa, Milena Jesenská, traductora de su obra al checo. En esa comunicación epistolar ambos se identifican y se consuelan mutuamente.
Algunas teorías actuales atribuyen a un trastorno esquizoide parte de los problemas de personalidad que el autor padecía. Una manera de ponerle nombre a ese sentimiento profundo de desconsuelo.
Kafka siempre será para mí, aparte de todo lo anterior, el ejemplo del artista en perfecto desequilibrio, quizás el único capaz de asomarse a tanta sordidez, a las evidencias más terribles de nuestra existencia.

“De Kafka a Milena: mala y querida mía”