Sant Jordi 2016. Ahí estoy en la mesa de la editorial Playa de Ákaba, para la firma de libros Generación Subway Breve (de relato breve) y Generación Subway Poesía, en los que participo.
Conforme a la tradición catalana, el 23 de abril Barcelona es una fiesta. Se celebra el día de Sant Jordi (San Jorge), el Día del Libro y de la Rosa, todo en uno. Las calles se engalanan con rosas y libros y todos por un día parece que están en paz con el mundo y con sus semejantes.
Según la tradición los hombres regalan a sus parejas una rosa roja, aunque ahora se admiten flores de cualquier color. Las mujeres, en reciprocidad, les regalan un libro.
Algunos sectores feministas, más reivindicativos, cuestionan esta costumbre por sexista, pero las tradiciones son tradiciones o, lo que es lo mismo, son a la antigua usanza, y ya se sabe, vistas con ojos modernos se nos muestran obsoletas de principio a fin.
Como el tiempo todo lo cambia “por no hacer mudanza en su costumbre”, y al hilo de lo anterior, ahora lo más común es que los hombres regalen una rosa a las mujeres de la familia, madres, hijas, etc. Incluso hasta a las compañeras de trabajo. A veces, además, también regalan libros. Las mujeres, a su vez, también pueden regalar rosas. Hasta las empresas obsequian a menudo a sus empleadas con rosas o los comerciantes a sus clientas.
En fin, que la división ya no es tan tajante y cada cual regala lo que quiere, o nada. Que el derecho a no regalar también está protegido por la Constitución, y si no debería estarlo.
Lo importante de Sant Jordi es difrutarlo.
Gracias, Sant Jordi.