Si el ayer fuera hoy, como en un acto de secesión,
incendiaría el aire para escudriñar los valles,
para que la noche no me robase con el sueño
los cálices que prenden las teas del firmamento.
Si el ayer fuera mañana, me poblaría de besos,
lánguidos de vino tinto, tan locos y tan cuerdos.
Saltaría muros con el ansia de una bacante,
hollando con mis pasos su perímetro de piedra.
Haría la ginkana de las horas resabiadas:
lo de antes ahora; lo que sucedió, solo misterio.
Tal vez entonces pudiera convertirme en simiente,
y en un bucle de mi pelo enredarme con el tiempo.