Uva madura

Tal vez fue el ocaso, que arrasa las luces y el día. Acaso fue el “Bolero” de Ravel. Lo único cierto, el destello de cristal en tus ojos de uva madura que, cual vino tinto, me bebí.
Desde entonces, duendecillos felices me apuntan en tu pupila, y por mi resquebrajada corteza me invaden hasta la raíz.