¡Viva la revolución!

¡Viva la revolución!Mis cuatro paredes son de caña y adobe. Por eso la luz se cuela por las rendijas, y el aguacero también. Durante el día me deslumbra y me regala un calor pegajoso, asfixiante. El tatuaje de pecas que cubre toda mi piel no sirve ni para aislarme del sol. Cada día estoy más ajada y reseca.

No sabría decir si prefiero la lluvia. Cuando cae es como estar a la intemperie. Lleno la cabaña de cubos –los pocos que me dejan pero en seguida rebosan a borbotones. Y solo puedo esperar que los harapos que visto no se me peguen aún más al cuerpo. Siento como si quisieran adherirse para siempre a mí, comouna funda de neopreno mojada por dentro y por fuera.

Recuerdo cuando hacía submarinismo con mis padres.¡Qué tiempos aquellos! Entonces sabía quién era. Ahora me pregunto si podré volver a casa algún día, aunque a medida que pasan las semanas se me hace más extraño todo,y me cuestasaber si vivo en una pesadilla de la cual despertaré en cualquier momento o, por el contrario, mi vida anterior, la que tengo grabada en la memoria, no fue más que un sueño. Los días me parecen tan iguales que me cuesta distinguir con claridad dónde empieza lo real y dónde acaba mi deseo.

Me pican los brazos. Creo que me ha salido una erupción y no puedo dejar de rascarme. Sé que si sigo así acabaré por hacerme sangre, pero es una comezón que me trae loca. Quizás con orina pueda curarla, como en algunas películas que he visto. Porque pedir una pomada es totalmente inútil. Se reirán de mí en la cara, se mofarán y puede que hasta me caiga algún golpe. Más no, por favor, más no.

Cuando llegue la noche, el frío me hará sentir mejor. La oscuridad, también. Como mínimo, no me dará lástima verme así: tan sucia, despeinada y andrajosa. Si mi madre pudiera verme…

Y la policía dice que no debemos ceder. Que intentan asustarnos pero que no tienen intención de cumplir sus amenazas, porque si no no cobrarían. Y que necesitan el dinero para seguir suministrando armas a las tropas. ¡Pero tengo tanto miedo! Hace dos meses que no sé nada de mi hija. Se han negado a mandarnos una fotografía, sabe Dios por qué motivo. Solo su voz entrecortada los primeros días, y no podría asegurar que era ella. Luego, el silencio. Eso ha sido lo más atroz. Yo solo quiero pagar. Lo hemos intentado todo, hasta contratar a aquel mercenario, especialista o como quiera que se llame. Y ni aun así. No pudo traerla a casa. Pero podemos reunir el dinero y recuperar a mi hija, mi hijita, mi pobre hija en manos de esos asesinos sin escrúpulos. Seguro que la han violado, todos, muchas veces. Dios mío, ¿qué más le habrán hecho?

Ya está llorando de nuevo. Esta gringa maldita es una carga. Va a volvernos locos. Ojalá esta noche podamos aclarar de una vez lo del rescate. ¡Qué familia más miserable! Hemos tenido que cambiar tres veces de campamento. Un soplo nos dijo que nos seguían la pista. La familia de la gringa ha enviado gente a buscarla. ¡Pero qué se habrán creído! Nos llaman ignorantes y los únicos estúpidos son ellos. Como si eso hubiera servido de algo… Es su hija y no hacen más que escatimar los dólares. Todavía se creen que estamos jugando, que pueden regatearnos lo que nos pertenece. Pero ya está decidido. El jefe ha sido tajante. Está harto, como nosotros. Si no acepta las condiciones y se avienen a pagar los muy jodidos, habrá que demostrarles que vamos en serio. Pero hay que ser rápidos. Es mucho lo que está en juego. Nuestra vida, y la de ella, porque si nosotros caemos, ella caerá con nosotros. Les daremos una lección a esos cerdos capitalistas. Con los Chatos Guatemaltecos no se juega.

El mediador espera mis indicaciones para intervenir. La llamada se realiza a la hora indicada. En la casa de la madre suena el teléfono, y es ella quien habla, rodeada de diferentes personas: el padre, el hijo mayor, un mediador neutral, amigo de la familia, y yo. El manos libre del teléfono está activado. El padrey el hijo atienden incrédulos. Todos muestranseñales de fatiga. El amigo de la familia disimula su escepticismo, como yo. Es mi obligación. Yo represento el orden, la justicia. Debo permanecer impasible, atento a cualquier matiz de la conversación que pueda resultar significativo. En mi calidad de agente de la ley, soy la última esperanza para esta pobre gente.

Ahora. La madre ha hablado unos pocos minutos. Que continúe el mediador de la familia. Le hago un gesto para que arrebate el auricular a la madre, que no deja de sollozar. Parece seguro. Le he recomendado que intente aparentar serenidad, transmitir confianza. Espero que después del tira y afloja típico podamos llegar a un acuerdo. Todos sabemos que esta es la última llamada, que ya no hay nada más que negociar.

Escuchamos atentos. Nada puede se me puede pasar por alto. Debo tomar buena nota de ello.

-Ella ¿cómo está? –preguntael portavoz de la familia al secuestrador. Antes han quedado claros los pormenores de la transacción. El dinero, en un maletín de cuero negro. Una vez recibido y comprobado su contenido, entregarán a la chica.

-Está.

-Supongo que lo que quiere decir es que está bien, ¿no? –Se percibe la alarma en su voz. Eso no es bueno.

-Sí, claro, está viva –responde el secuestrador apresuradamente.

-Desde el principio la familia ha dejado bien claro que no debían hacerle daño –Hago un gesto al mediador para que no siga por ese camino.

-Tranquilícese. No le hemos hecho nada malo. Lo que quería decir es que está desmejorada, para ser una gringa tan bonita. –La sorna se filtra sin demasiado disimulo.

-Ya –dice el amigo de la familia con resignación.

-Mire, ahora tengo que colgar. Tengan en cuenta lo acordado y la chica no sufrirá ningún daño. ¿O.K.?

-O.K.

Y la comunicación se corta.

Alguien se acerca, creo. Se oye el lento crujido de las hojas, como si alguien pisara sinprisa. A lo mejor me llevan a la casa grande y puedo bañarme, como aquella vez. Fue increíble. Hasta había criadas que me ayudaron a secarme, me peinaron y procuraron que estuviera cómoda. Me dieron un vestido rojo precioso y me dijeron que me arreglara, que me pusiera guapa. Él me esperaba en el salón. Hacía poco que me habían secuestrado, y mi aspecto aún era bueno, no como ahora…

Cuando le vi sentí desprecio por él. Sus ademanes fingidos, preguntándome acerca de mi vida, de mi familia, por mis amistades. No era más que un interrogatorio encubierto. ¡Y se creería que no me daba cuenta! Tras la cena me propuso una copa. Yo me negué. Quería alejarme de él, del “jefe”. Pero él tenía planes muy diferentes.

Sentí asco cuando me besó por sorpresa, sin yo esperarlo, y una rabia infinita mientras me sujetaba los brazos para que no pudiera rechazarlo.

Al día siguiente no paraba de llorar. Me negué a salir de la habitación que me habían asignado. Así un día y otro. Luego me trajeron aquí, a la selva. Esta es la tercera cabaña o la segunda. Ya no estoy segura. Todas son tan parecidas. Soy incapaz de reconocer un sitio de otro. Días enteros andando por la selva, cambiando de campamento. Me duele todo el cuerpo. Creo que huimos, pero no sé de qué. Esto es el infierno y nadie te persigue en el infierno.

Me gustaría volver a la casa grande y cubrir mi cuerpo de espuma en aquella bañera enorme, como aquella vez. El agua era suave, olía tan bien. Sentirme hermosa, delicada. Volver a ser  deseable. Descansar, soñar…

Jefe, si me escuchas, rescátame, seré dócil y cariñosa. Te besaré con pasión y tu pecho  velludo me oprimirá con ansia, pero no importa. No querrás separarte de mí. Quiero sentir tu golpeteo en mi vientre, tu explosión dentro de mí. He aprendido a amarte, pero sácame de aquí.

Ya está en la puerta. Quizás es él. ¡Ojalá hoy..!

Por fin se acaba. Ahora le pondré la capucha a la gringa maldita y la llevaré al punto de encuentro, donde está la avioneta. Ahí habrá acabado mi tarea. Luego la llevarán con su familia, siempre que paguen, je jeje. No sé dónde, ni me importa. Pero seguro que el jefe tiene en mente un buen plan, por si falla la entrega. Le duró poco el capricho de la gringa. Son cosas que pasan. Mejor. Más para los demás.

-¡Venga, rápido, sal de ahí, que nos vamos!

A mí lo único que me importa es volver al pueblo. Con el dinero podré estarme en casa una temporada, bien tranquilo, como un señor. La selva acaba siendo como un mal sueño. Le compraré un regalo a mi mujer, y a los críos.

¡Vivan los Chatos Guatemaltecos! ¡Viva la revolución!