Archivo de la categoría: Poesía existencial

Tiempo de sueños

Soñar
para aterrizar en los parajes
donde cantan las ballenas,
donde la soledad es
el huésped de todas las fiestas.

Cumplir la profecía
para que se acerquen
Aquellos que nunca estuvieron,
para reconocer el espanto
en todas las caras:
en las desparecidas,
en las que se adivinan,
en las que todavía no están.

Desorientarse
para que Aquellos que creíamos
que nunca vendrían
por fin lleguen
y su alegría
nos aproxime al infinito,
a la cota inalcanzable
del significado,
a la precaria idea
promiscua.

Rendir homenaje
para que la desproporción
de nuestras vidas
sea cifrada
entre los que vinieron
y los que se van.

Incluir en la balanza
sueños
tiene la precisión
de una pluma,
la cualidad
de estorbar la vigilia.

Los que cierren los ojos
jamás verán la señal.

Dolors Fernández Guerrero

Maullidos

maullidos

En tu agonía,
gato lastimero,
maúllas al frío y a la ruina,
a la ceniza y a la ceguera
en la oscuridad más cierta,
la de los interruptores sordos.

Siamés, persa, atigrado
o bastardo callejero,
merodeas por las hecatombes precisas
tras un suspiro
que te segregue del fin,
que te devuelva al principio.

En esta agonía,
aliviada por dioses cuánticos,
mercaderes, hedonistas,
maúllas.
Es tu séptima vida y en tu vaticinio
solo frío y ruina,
ceguera y ceniza.

 

Arcos

arcos

Arcos sepultados,
pasó ya el tiempo de las piedras,
del martillo y el cincel.
Cuando sople el viento de la mañana
rugirán invertebradas vuestras pilastras,
aquellas que soñaron
con bóvedas húmedas
de helecho y fango.
El polvo será vuestro hermano
y solo vosotros,
paréntesis enojados,
os hundís un poco más
en un rictus de sótano.
Tras las huellas,
el último de los visionarios.

Púrpura

purpura

En la arbitrariedad
de una pasta oscura
y sin paleta
reconozco el rumor
de ideas insurgentes
en acto de ebullición.

Racimos maduros,
acantilados voraces y dulces
que se definen
en el no ser,
entre millones
de pepitas apátridas.

Rebotan contra
Boyle-Mariotte
para elevarse
hasta el color púrpura.
Ante su pulpa quebrada,
la tersura de la piel.

Sueños de infancia

lagarto

Con tu afilada navaja, padre,
hice un corte limpio,
recto, profundo
en la carne del dragón.

La cabeza se separó del resto
y se estremeció convulsa.
Fue el movimiento empírico
de una lagartija en llamas.

Triste carambola del azar.
Ponerla en mi camino
fue solo la respuesta
a un cuento sin princesas.

 

 

Sueños de un astronauta

astronauta

Tengo satélites dentro de mi cabeza.
Sonámbulos, giran
en una carrera loca,
en trayectorias cruzadas
que alteran la danza del universo.

Oscilan de una sien a otra,
como latigazos de insinuación
contra el pensamiento lógico.
Desearía volverme ubicua
y despoblar la zona atrincherada de mis cejas.

Sería –creo yo- igual que arrancar
una cúpula a una azotea opaca
y contemplar el espacio
sembrado de interestelares ideas,
todas posibles, todas recién nacidas.

Sobre mis ojos, a través de la ranura abierta,
buscaría nuevos planetas
y orbitaría alrededor de ellos
en una orgía celeste,
lejos de mí, olvidada de la Tierra.

El astillero

astillero

Hiela en este rincón del astillero
donde se arman las costillas
una a una
y en un regazo desconocido
se acunan ráfagas,
presagios del viento del norte
que se filtran entre rendijas
apuntaladas con cal.

Hiende la verdad por su clarividencia
el mismo centro del meridiano
y acaba inventando
una mentira
tan pálida y ojerosa
que nadie se la cree,
a pesar del maquillaje
sobre su media sonrisa.

Hieren los peldaños que descienden al vértigo.
La condena para el vencedor
es un repiqueteo de gotas de acero
aunque la sequía,
el tiempo ante su stop,
el paraguas afilado
compongan un caligrama
que se traiciona en cada beso.